La importancia de contemplar tu salud como un sistema de engranajes
Una de las creencias populares en la sociedad, sin experticia médica, es que los huesos son objetos separados que no tienen relación con otras partes del cuerpo, no obstante, estos hacen parte de un sistema que tiene funciones mecánicas y metabólicas que acompañan la funcionalidad de todo el organismo. Estos nos proporcionan sostén y protección a nuestro cuerpo, además, contribuyen en el proceso del metabolismo energético, es decir, nos ayuda a tener balance en nuestras funciones vitales.
Ahora bien, nuestro cuerpo tiene aproximadamente 206 huesos, estos son grandes almacenes de calcio, fósforo, magnesio y minerales que se puedan liberar al torrente sanguíneo cuando el cuerpo lo necesita, además de ello, también están compuestos por muchas sustancias, entre ellas están el colágeno tipo 1, que juntas forman algo llamado matriz orgánica que es fundamental para el correcto funcionamiento del hueso y del cuerpo.
La ciencia ha comprobado que, los huesos de las personas entre 20 y 40 años se remodelan cada 4 a 5 años, mientras que, en las personas de más de 40 este proceso puede ocurrir en un lapso de cada 6 años o más. Esto significa que, con el avance de la edad, se va haciendo más lento este proceso (y es sin intervención).

Nuestro cuerpo funciona como un sistema de engranajes, ya que todas nuestras células se comunican entre ellas constantemente mediante el intercambio de minerales, aminoácidos y hormonas, junto con otras sustancias; es por esto que, es fundamental tener una buena reserva de estas.
Nosotros tenemos varias maneras de almacenar energía, una de estas es a partir de la grasa, las cuales se utilizan en ciertos momentos que el organismo define: (i) el colesterol, que es la materia prima de las hormonas sexuales, corticoides y bilis y, (ii) las lipoproteínas que son las grasas unidas a proteínas, es decir, son los vehículos que utiliza el colesterol para circular por la sangre.
Al mismo tiempo, nuestro cuerpo también tiene una reserva de proteínas, ubicadas en los músculos, este puede afectar e inducir cambios en distintos órganos y tejidos, liberando la miosina, una proteína fibrosa, que protege y mejora la funcionalidad del tejido muscular, regulando el metabolismo, los procesos inflamatorios, entre otros.
Las proteínas que tenemos ‘reservadas’ son las moléculas formadas por aminoácidos, estos son los compuestos más pequeños, de los cuales existen 20 pero, únicamente 9 de estos se consideran como ‘aminoácidos esenciales’, es decir, debemos ingerirlos a través de la dieta ya que no lo sintetiza nuestro cuerpo. Los aminoácidos esenciales son: la histidina, isoleucina, leucina, lisina, metionina, fenilalanina, treonina, triptófano y valina.
El hueso y el músculo se encuentran en constante interacción, a través de sustancias químicas por medio de señales endocrinas (las hormonas tiroideas actúan en todo el organismo), paracrinas (una célula produce sustancias que estimulan células a su alrededor), autocrinas (la célula produce sustancias pero se estimula ella misma), así como a través de señales mecánicas que suceden con el movimiento día a día, está conversación entre las celular de los huesos, las células, los músculos y la grasa sucede todos los días todo el tiempo.
Con todo lo mencionado anteriormente y de manera sencilla, podemos evidenciar como nuestro cuerpo es un sistema complejo, interrelacionado, en donde cada parte, sin importar el tamaño, tiene un rol fundamental en nuestra salud y en nuestra calidad de vida.
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